Una pareja celebraba sus bodas de oro, y estuvieron todo el día
de fiesta, celebrándolo con cantidad de familiares y amigos que
acudieron a felicitarles. Por eso se sintieron aliviados cuando, al
anochecer, pudieron quedarse solos en el porche contemplando la
puesta de sol y descansando del ajetreo de todo el día.
En un determinado momento, el anciano se quedó mirando
afectuosamente a su mujer y le dijo:
-Querida, estoy orgulloso de ti.
-¿Qué has dicho? -preguntó la anciana. Ya sabes que soy un poco
sorda. Habla más alto.
-¡Estoy orgulloso de ti!
-Me parece muy lógico -dijo ella con un gesto despectivo. También
estoy harta de ti.