LA PRINCESA ENCANTADA
Un viejecito iba caminando por un parque cuando escucha una voz que
le dice:
"Escucha, y mira acá abajo, soy una sensual princesa, especialista
en los placeres de la carne, una horrible y envidiosa bruja me
transformó en una ranita, pero con un beso tuyo seré nuevamente una
mujer deseosa de compañía, con hambre de lujuria, podría hacerte el
hombre más feliz sobre la tierra".
El viejecito miró a la ranita, se agachó, la tomó con una mano y se
la guardó en el bolsillo. La ranita se asomó muy sorprendida por la
actitud del viejo y le dijo:
"Pero qué, ¿acaso no me vas a besar?
Y el viejito le contestó:
"Mira... A la edad que tengo me hace más gracia una ranita que habla
que una maniática sexual"