El difícil arte de ser padres
El padre entra al cuarto del hijo. Ve la cama desecha y una carta
sobre la almohada. Toma nervioso el papel, pensando en lo peor. . .
Empieza a leer la carta de su hijo, que dice:
Querido papá, para mí es muy difícil decirte todo esto, pero de
todas maneras te lo tengo que decir. Te cuento que me estoy yendo de
casa con Alberto, mi actual pareja. Estoy enamorado de él, papá. El
pibe está bárbaro, tiene un cuerpo increíble. . . un montón de
tatuajes y estos piercings gigantes en los pezones y en la lengua. .
. me encantan. También me gusta su moto negra, una BMW que la
policía jamás puede alcanzar. . . Estoy seguro que esto que siento
por él, es verdaderamente amor, papi.
Pero además, no es solo eso. . . la verdad es que descubrí que
realmente no me gustan las mujeres. Lo intenté, pero no las puedo ni
ver. Sé que vos no aprobarás mi decisión y es por eso que he
decidido escaparme para vivir esta experiencia con Alberto. Sé que
seremos muy felices en su casa rodante. Queremos viajar por el mundo
sin conocer exactamente nuestro próximo destino, viviendo de tocar
la guitarra en las estaciones de tren y vender las artesanías hechas
por nuestras propias manos. Pero para que sepas que lo nuestro va en
serio, que no es pavada, te cuento que Alberto quiere que adoptemos
hijos, que formemos una gran familia. El otro día mientras nos
fumábamos un porrito, me lo propuso. Me pareció genial, fue todo lo
que siempre soñé: tener mi propia familia. Eso sí, ya decidimos que
una vez que los tengamos no usaremos más drogas pesadas. . . sólo
marihuana (que es re-sana). Es que cuando hay hijos de por medio. .
. hay que pensar un poco más las cosas ¿o no? Creemos que entre
nosotros dos, más los amigos gays de Alberto y sus parientes
franceses, vamos a vivir en perfecta armonía. Viejo, tus nietos van
a crecer en un ambiente muy sano, rodeados de amor y buena onda.
No te preocupes por nada, papá, porque a los 16 años, al contrario
de lo que mucha gente piensa, uno ya la tiene clarísima y sabe
perfectamente lo que quiere, así que. . . no te preocupes, todo está
recontra bien! Algún día volveré y vas a ver que no me arrepentí en
lo más mínimo. Un beso grande, y decile a mami que la amo y que no
la culpo por nada, ¿ok?
Y cuando el padre ya estaba casi por caer al piso del cuarto de su
único hijo (y encima, varón), sigue la carta:
PD: Papi, no te asustes. Era todo mentira. Me fui a lo de Tatiana,
la hija de la vecina del 3ro. "D". La pendeja esta buenísima,
refuerte, solita y, como siempre, regalada. Vos, tranqui, que uso
forro. . . Esta carta fue sólo para mostrarte que hay cosas peores
que las notas bajas, los aplazos, y las materias a examen. Y ya que
estás en mi cuarto, firmame el boletín que está en el primer cajón
de mi mesa de luz.
Chau, después hablamos.